Servicios ecosistémicos: por qué dependemos de la naturaleza - Mujeres del Mar

Servicios ecosistémicos: por qué dependemos de la naturaleza

Imagina despertar mañana y comprobar que la comida sabe distinta, que el clima es más extremo y que el aire cuesta un poco más de respirar. Nada de eso habría sucedido de la noche a la mañana, salvo que la naturaleza –nuestro mayor aliada– hubiese dejado de trabajar. Los ecosistemas de nuestro planeta, desde los vastos océanos hasta los densos bosques y los suelos bajo nuestros pies, no solo son escenarios de biodiversidad, sino proveedores incansables de beneficios que, a menudo, damos por sentados. Estos beneficios son lo que llamamos servicios ecosistémicos.

¿Qué son los Servicios Ecosistémicos?

En esencia, los servicios ecosistémicos son los beneficios tangibles e intangibles que los ecosistemas proporcionan a la sociedad. Representan aquello que la naturaleza nos brinda «gratis». Piensa en la biosfera como una gran empresa; los “servicios” serían su catálogo de productos y garantías. Estos servicios contribuyen a nuestro bienestar, seguridad o economía, y son pilares fundamentales que sustentan nuestras vidas. Resultan del propio funcionamiento de los ecosistemas.

Aunque muchos de estos servicios pueden pasar desapercibidos, como una infraestructura subterránea que solo notamos cuando se rompe, es imprescindible conservarlos porque sustentan nuestra salud, nuestra economía y nuestra calidad de vida. Cuando no somos capaces de hacerlo, su degradación conduce a perjuicios significativos en el bienestar humano. Por ejemplo, la degradación de los bosques puede provocar escasez de agua, erosión del suelo y pérdida de biodiversidad. Conocerlos es el primer paso para protegerlos, y protegerlos es esencial para nuestra propia supervivencia.

Estudiar los servicios ecosistémicos es crucial para comprender y valorar la interdependencia entre la naturaleza y el ser humano. Nos ayuda a reconocer el verdadero valor de los recursos naturales que sustentan nuestras vidas y es fundamental para una toma de decisiones para una gestión sostenible. Esto fomenta prácticas que mantienen la salud de los ecosistemas y garantizan la continuidad de estos servicios vitales para las generaciones presentes y futuras. Asimismo, al considerar los servicios ecosistémicos en las políticas, se puede valorar adecuadamente la naturaleza como un activo vital, fomentando la inversión en la conservación y restauración de ecosistemas.

La clasificación de los Servicios Ecosistémicos

La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en 2005 agrupó estos servicios en cuatro categorías principales. Dos décadas después, la terminología ha evolucionado y hay otras clasificaciones (por ejemplo, CICES), pero la esencia se mantiene: dependemos de la naturaleza para prosperar. Estas categorías son:

Servicios de Aprovisionamiento

    Son los bienes materiales que extraemos directamente de la naturaleza, o que un ecosistema ofrece en cantidad, destinados para nuestro consumo o industria…. Son aquello que podemos «tocar». Proporcionan recursos materiales como alimentos, agua o materias primas.

    Ejemplos: Proteínas pesqueras, algas comestibles, sal, compuestos farmacéuticos, minerales y bioplásticos de origen marino, madera, corcho, alimentos, agua….

    La citarabina, por ejemplo, es un compuesto farmacéutico derivado de moléculas halladas en esponjas caribeñas que sigue salvando vidas de pacientes con leucemia. Hoy, la mitad de los compuestos anticancerígenos en fase clínica tienen origen marino. Esto subraya una lección importante: perder biodiversidad es perder oportunidades médicas y económicas de alto valor.

    Servicios de Regulación:

    Son los procesos biofísicos que mantienen condiciones ambientales estables y seguras para la sociedad. Son aquellos que, aun siendo “invisibles”, hacen posible o mejoran nuestra calidad de vida. Derivan de las funciones clave de los ecosistemas y ayudan a reducir ciertos impactos locales y globales. Regulan nuestro día a día.

    Ejemplos: La captura de CO₂ por fitoplancton y manglares, la producción de oxígeno, la regulación del clima, la amortiguación de tormentas, la depuración natural de contaminantes, la purificación del aire o del agua, el ciclo de nutrientes del suelo, la prevención de la erosión o de las inundaciones, la polinización.

    Los manglares son un ejemplo poderoso de servicio de regulación. Tras el tsunami de 2004, aldeas protegidas por manglares sufrieron hasta un 70 % menos de daños. Cada hectárea de manglar ahorra unos 250.000 € en reconstrucción y atesora toneladas de carbono azul. La lección es clara: invertir en ecosistemas naturales supera con creces el coste de las infraestructuras grises. Una función clave en los ecosistemas terrestres, como la acumulación de biomasa vegetal por fotosíntesis, deriva en el servicio ecosistémico de captación de CO2 atmosférico, disminuyendo este gas de efecto invernadero.

    Servicios Culturales:

    Son los beneficios inmateriales que contribuyen a nuestro bienestar. Se refieren a los beneficios recreativos, espirituales y educativos que obtenemos de la naturaleza. Son lo que sentimos y celebramos y están relacionados con el tiempo libre, el ocio o aspectos más generales de la cultura.

    Ejemplos: El turismo, la práctica deportiva, las tradiciones vinculadas o realizadas en la naturaleza, el sentido de identidad y pertenencia de las comunidades, la salud mental (el contacto con “espacios verdes y azules” reduce estrés), la recreación, la inspiración. También se aspectos espirituales y educativos.

    Servicios de Soporte o Mantenimiento:

    Son las funciones ecológicas de base que permiten que los otros servicios existan. Son el motor silencioso que hace funcionar todo lo demás y garantizan buena parte de los servicios anteriores.

    Ejemplos: Los ciclos de nutrientes, la formación de hábitats, la regulación genética de poblaciones, la productividad primaria en alta mar o los procesos naturales del ecosistema.

    Un ejemplo de cómo estos servicios de base son cruciales se vio en un estudio de la Universidad de Exeter, donde investigadores reprodujeron sonidos de un arrecife sano en zonas degradadas. En apenas seis semanas, la densidad de peces se triplicó y la diversidad casi se duplicó. La lección es que restaurar la acústica natural puede reactivar el ciclo de soporte (formación de hábitat) y, en cascada, los servicios de aprovisionamiento (más peces) y culturales.

    En síntesis: los servicios de aprovisionamiento son aquello que podemos “tocar”, los de regulación aquello que regula nuestro día a día, los culturales lo que sentimos y celebramos, y los de soporte el motor silencioso que hace funcionar todo lo demás. Los servicios ecosistémicos, por tanto, combinan la preservación del medio natural a la vez que se hace un uso y desarrollo sostenibles.

    Impulsores de cambio: Amenazas a los Servicios Ecosistémicos

    A pesar de su vital importancia, los ecosistemas y los servicios que nos brindan están bajo amenaza. El marco de IPBES distingue entre impulsores directos e indirectos del cambio. Veámoslos con algunos ejemplos en el medio costero-marino:

    Impulsores Directos: Son acciones o procesos que impactan de forma inmediata a los ecosistemas. Incluyen:

    • Cambio los usos del suelo: En zonas costeras, el exceso de urbanización, dragados, puertos y urbanización pueden destruir hábitats.
    • Explotación directa de recursos: Sobrepesca, pesca ilegal y extracción minera submarina que reducen poblaciones y alteran cadenas tróficas.
    • Contaminación: Descargas de nutrientes, vertidos de hidrocarburos y marea plástica que degradan la calidad del agua.
    • Cambio climático: Calentamiento, acidificación y pérdida de oxígeno que alteran fisiología y distribución de especies.
    • Especies exóticas invasoras: Transporte marítimo y acuicultura mal gestionada facilitan la expansión de organismos que compiten o depredan especies nativas.

    Impulsores Indirectos: Son fuerzas socioeconómicas que facilitan los impulsores directos. Incluyen:

    • Patrones de consumo y producción: Creciente demanda global de pescado y plásticos desechables.
    • Políticas y gobernanza: Falta de regulación, subsidios perversos y escasa aplicación de la ley.
    • Innovación tecnológica sin límites ambientales: Artes de pesca no selectivas y combustibles fósiles baratos.
    • Cambios demográficos y culturales: Migración costera, turismo masivo y pérdida de saberes tradicionales.

    Al abordar las causas raíz —los impulsores indirectos— se multiplica la eficacia de las soluciones destinadas a frenar los efectos directos. El deterioro o la pérdida de estos servicios tiene consecuencias importantes en multitud de aspectos de la sociedad y el medio ambiente, impactando directamente en la seguridad y salud pública, así como en la economía.

    Hacia una gestión sostenible de la naturaleza

    Comprender los servicios ecosistémicos es el primer paso para gestionarlos de forma sostenible. Esto implica fomentar prácticas que mantengan la salud de los ecosistemas. La protección del medio ambiente va de la mano con el progreso social y económico, y la inversión en la protección de nuestros recursos naturales es una inversión en el futuro de todos.

    El estudio de estos servicios esenciales a menudo requiere un grupo de trabajo multidisciplinar compuesto por profesionales de distintas áreas como biología, ciencias ambientales, ingeniería, geología y economía. Esta diversidad de perspectivas permite un análisis integral y promueve soluciones globales y sostenibles más efectivas.

    Para avanzar hacia una gestión verdaderamente sostenible y asegurar la continuidad de estos servicios vitales para las generaciones presentes y futuras, es indispensable situar el conocimiento de los servicios ecosistémicos en el núcleo de la toma de decisiones y las políticas ambientales. Esto no solo permite valorar la naturaleza como un activo vital e incentivar la inversión en su conservación y restauración, sino que también facilita la identificación de opciones de gestión que mitiguen los efectos del cambio global, optimicen los beneficios sociales y eviten costes y riesgos potenciales. Una gestión efectiva debe abordar los impulsores de cambio que amenazan estos servicios, especialmente las fuerzas socio-económicas o impulsores indirectos, y se beneficia de un enfoque multidisciplinar para desarrollar soluciones integrales. Ejemplos concretos de estas soluciones incluyen la restauración de hábitats costeros para proteger frente a tormentas o el almacenamiento de carbono azul, la gestión pesquera basada en ciencia para recuperar poblaciones, o la implementación de economías circulares. En esencia, se trata de desarrollar prácticas que combinen la preservación del medio natural con un uso y desarrollo sostenibles.

    Un pacto de reciprocidad

    La naturaleza lleva millones de años perfeccionando el arte de sostener la vida. Nosotros, en cambio, apenas llevamos un par de siglos exigiéndole más de lo que puede dar. La buena noticia es que cada acción de cuidado se multiplica. Restaurar un metro cuadrado de manglar beneficia a decenas de especies.

    Como dijo la oceanógrafa Sylvia Earle: “No hay vida sin el océano; el océano no puede vivir sin su biodiversidad, y nosotros formamos parte de ella”. Cuidar nuestros ecosistemas y los servicios que nos brindan no es altruismo: es puro instinto de supervivencia. Es un pacto de reciprocidad, donde al proteger la naturaleza, nos protegemos a nosotros mismos.

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