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Una charla con Sara Mohamed: ciencia, pasión y conservación

En Mujeres del Mar nos apasiona compartir las historias de mujeres que dedican su vida al océano, inspirando a otras con su trabajo y compromiso. Hoy tenemos el placer de presentaros a Sara Mohamed, una científica marina que desde Barcelona explora las profundidades del Mediterráneo para entender y proteger sus ecosistemas. Me hace especial ilusión que Sara nos cuente su historia, ya que fuimos compañeras de clase en la Universidad de Cádiz 🙂 Acompáñanos en esta entrevista para conocer su trayectoria, sus desafíos y su visión sobre el futuro de nuestros mares.

¿Podrías presentarte, por favor?

¡Hola! Soy Sara 😊 científica marina que reside en Barcelona, aunque soy de Córdoba. Me encanta el mar, viajar, bucear, leer, y lo que más, pasar tiempo con mi perrita Po.

¿Cuál es tu profesión o rol actual?

Actualmente trabajo como técnica de Investigación en el Institut de Ciències del Mar de Barcelona (ICM-CSIC), en el grupo de investigación iMares del Departamento de Recursos Marinos Renovables.

Junto con mis compañeras, trabajo en proyectos de ecología trófica estudiando las relaciones alimenticias entre los organismos del ecosistema marino mediterráneo. Esto nos permite conocer mejor el funcionamiento del ecosistema y entender cómo de vulnerable es a impactos climáticos o antropogénicos.

¿Qué te inspiró a seguir una carrera relacionada con el océano?

No sé exactamente cuándo empezó, porque siempre me recuerdo fascinada por el mar. Creo que los veranos en la playa, que mi padre nos llevara a curiosear en las rocas o a bucear más allá de las boyas tuvo bastante que ver. Pero lo que impulsó mi vocación fueron los documentales de Jacques Cousteau y un viaje en familia al oceanográfico de Valencia (aunque ahora como adulta lo vea de forma distinta…).

¿Podrías describir tu trayectoria profesional y cómo llegaste a tu posición actual?

Desde pequeña soñaba con ser «veterinaria de peces», porque me encantaban y quería cuidarlos. Con el tiempo descubrí la biología marina, y supe que eso era lo que realmente quería estudiar. Sin embargo, en España no existe esa carrera como tal, así que tuve que valorar distintas opciones: estudiar Biología o Ciencias Ambientales y luego especializarme con un máster, o decantarme por Ciencias del Mar. Elegí esta última opción, ¡y menos mal!, porque me ha dado una visión mucho más completa y multidisciplinar del estudio del océano.

Tras finalizar la carrera, conseguí unas prácticas en el Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Cádiz. Gracias a esta experiencia, descubrí la realidad de la investigación marina, que me apasionó, y además pude participar en mis primeras campañas oceanográficas, un auténtico sueño hecho realidad. Aprovechando que estaba en Cádiz, decidí cursar un máster en pesca y acuicultura.

Al terminar el máster, logré un contrato de garantía juvenil en el Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (IIM-CSIC). No podía creerlo, ya que nunca tuve un expediente académico brillante y en la universidad siempre nos decían que en el CSIC solo entraban los «sobresalientes». Claramente, no siempre es así. En el IIM aprendí muchísimo, participé en más campañas y asistí a mis primeros congresos. Estoy muy agradecida por mi experiencia allí; me trataron increíblemente bien y aprendí muchísimo porque yo estaba más orientada a los recursos vivos y en el IIM trabajé en oceanografía, lo que me abrió un nuevo mundo y me enriqueció profesionalmente.

Allí también me enseñaron lo que era la bolsa de trabajo del CSIC, y me recomendaron inscribirme si quería seguir trabajando en sus centros. Solo podía elegir tres destinos, así que opté por el ICMAN de Cádiz y el IIM de Vigo, donde ya me conocían, y el ICM de Barcelona, que me habían dicho que tenía más fondos para proyectos.

Después de finalizar mi contrato en Vigo, pasé unos años presentándome a oposiciones de ayudante de investigación, embarcando en campañas subcontratada, y oposiciones a inspectora de pesca marítima. Finalmente, un día recibí una llamada de la bolsa de trabajo del CSIC para empezar en el ICM de Barcelona. ¡Mi apuesta salió genial! Desde entonces, estoy trabajando aquí y no podría estar más feliz.

En el ICM estoy rodeada de personas excepcionales tanto a nivel profesional como personal, y cada día aprendo algo nuevo. Vienen personas expertas de todo el mundo y de distintas disciplinas para dar charlas, cursos y participar en debates de todo tipo, lo que es increíblemente enriquecedor en todos los sentidos.

Quiero destacar que no tengo un expediente académico brillante ni más cursos o méritos que otras personas (aunque a lo tonto los años suman). Lo que sí tengo, y creo que eso se nota, es una gran motivación y ganas de aprender. Al final, es una mezcla de suerte y demostrar lo que vales cuando llega la oportunidad.

¿Cuáles han sido los desafíos más significativos que has enfrentado en tu carrera?

No siento que haya tenido que enfrentarme a grandes dificultades, o al menos no las he percibido de esa manera. Considero que he tenido bastante suerte, especialmente si pienso en lo complicado que es encontrar trabajo en nuestro sector. No solo he tenido oportunidades profesionales, sino que también he sido muy privilegiada porque mi familia ha podido ayudarme cuando lo he necesitado. Por ejemplo, durante las prácticas en el IEO de Cádiz, que fueron en verano y sin remuneración, pude realizarlas sin preocuparme por el dinero, aunque no soy de Cádiz, gracias al apoyo de mi familia. Sé que no todo el mundo habría podido permitírselo, y es algo que valoro mucho. Esa experiencia, además, me abrió la puerta a mi primera oportunidad laboral.

Los trabajos que he tenido siempre han sido en buenas condiciones y en buenos centros de investigación. Conozco a personas que, para poder tener una oportunidad similar, han tenido que pasar meses en embarques comerciales en alta mar ganando experiencia en condiciones mucho más duras.

Para mí, el verdadero desafío es gestionar la precariedad y la incertidumbre. Como los contratos dependen de proyectos, puedes estar trabajando un año y medio, y cuando ese proyecto termina, quizá te encuentres esperando otros tres a seis meses (o más, nunca se sabe) hasta que te contraten en otro. Y, además, nunca es seguro al 100% que vaya a haber financiación para el próximo proyecto, que lo aprueben o que, si se da, te seleccionen a ti. Hoy puede haber una oportunidad en Cádiz, mañana en Vigo y el año que viene en Barcelona. Al principio lo asumes agradecida por poder trabajar, pero a la larga esta inestabilidad no resulta tan agradable. Habrá gente a la que le guste este constante cambio, pero a mí que me gusta la rutina me genera bastante estrés.

¿Cuáles consideras que son tus mayores logros en tu carrera?

Teniendo en cuenta que cuando salí de la carrera pensaba que nunca trabajaría de esto… estar donde estoy, con el grupo con el que trabajo, y teniendo la oportunidad de ir al mar en campañas oceanográficas ya es un gran logro.

¿Cuáles son tus objetivos futuros en tu trabajo?

Seguir aprendiendo es mi mayor objetivo y lo que más me motiva en mi trabajo. Lo bonito de esta profesión es que, cuanto más sabes, más preguntas te haces, porque siempre quieres saber más. Nunca hay suficientes respuestas, y eso es lo que hace que el aprendizaje sea continuo y apasionante. Como un puzle que nunca se acaba.

¿Hay alguna persona en particular (¡especialmente una mujer!) que haya influido significativamente en tu carrera?

De pequeña Jacques Cousteau, quería explorar y conocer el mar como él.

Y como adulta hasta hace poco habría dicho que nadie en especial, pero de hace un tiempo tengo el lujo de poder trabajar junto a Marta Coll y se ha vuelto todo un referente para mí. Ya la tenía como investigadora top antes de trabajar con ella, pero ahora que la veo en acción la admiro más todavía.

Y fuera del mundo academia mi amiga Inés Más. Que me ayuda a salir de la burbuja de la investigación y que me mantenga activa en lo que pasa fuera de ella, ¡que no es poco!

¿Qué habilidades o conocimientos crees que son esenciales para alguien que comienza en la conservación del océano?

La capacidad de aprender creo que es básica, si eres autodidacta mejor. Y tener un buen nivel de inglés ayuda mucho.

En nuestro sector creo que se premia el ser una persona proactiva y todoterreno: tienes que ser ordenada en el laboratorio, capaz de hacer un buen análisis estadístico en R, de leer y entender papers científicos en inglés, saber hablar en público durante una exposición/defensa de tu trabajo, o mostrar tus resultados con un buen diseño de póster. Y algo importante: ¡no marearte cuando tengas que coger las muestras y los datos en el barco!

¿Cómo ves el futuro de la conservación del océano?

Lo veo con esperanza. Es cierto que hay muchas cosas que se podrían hacer mucho mejor, pero también es verdad que cada vez hay más personas comprometidas con mejorar el estado de los océanos, desde científicos y gestores públicos hasta por ejemplo el sector pesquero con el que trato de cerca. Cuando tanta gente se une con un objetivo común, es inevitable que salgan cosas buenas. Ojalá la burocracia y la política nos permitan actuar a tiempo.

¿Cuáles crees que son las mayores amenazas para los océanos?

Las personas y su avaricia. En mi opinión, los intereses económicos que hay detrás de todo son la raíz de muchos de los problemas que enfrenta hoy el océano: la pesca industrial en alta mar, especialmente la de arrastre, la sobreexplotación de recursos, la pesca ilegal, la minería submarina, el turismo excesivo en zonas costeras, la pérdida de biodiversidad, los cruceros y la contaminación. Todo esto se puede resumir en una mala o inexistente gestión motivada por intereses económicos o políticos. Además, todo ocurre en el contexto de una crisis climática que también amenaza los ecosistemas marinos, un problema que, en el fondo, surge del mismo sistema económico y de consumo insostenible.

Si pudieras cambiar una cosa sobre la forma en que se aborda hoy la conservación del océano, ¿qué sería?

Que el principio de prevención que tanto aparece en los textos legislativos y de gestión se aplicara de verdad.

“El principio de precaución es un enfoque de la gestión del riesgo, según el cual, en caso de que una determinada política o acción pudiera causar daños a las personas o al medio ambiente y no existiera consenso científico al respecto, la política o acción en cuestión debería abandonarse. Sin embargo, dicha política o acción podrá revisarse cuando se disponga de nueva información científica. Principio establecido en el artículo 191 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).”

¿Qué consejo le darías a otras mujeres o niñas que aspiran a trabajar en la conservación del océano?

Soy una persona muy vocacional y apasionada, por lo que animaría a quienes tienen claro que esto es lo que quieren a que sigan adelante con ello. Si pones ganas e ilusión, eso se nota, se transmite, y tarde o temprano los resultados llegan y acabas encontrando tu camino.

Desde mi experiencia, ya desde el instituto a veces parece que el único camino es ir a la universidad, hacer un máster, un doctorado y dedicarse a la investigación. Esto puede ser frustrante y no refleja la realidad. Puedes dedicarte a la conservación de los océanos de muchas formas, solo tienes que encontrar la que más te guste y se ajuste a ti. De hecho, ni siquiera es imprescindible que estudies en la universidad Ciencias del Mar o Biología; el océano lo abarca todo, y para su conservación se necesita gente de disciplinas diversas: biología, ciencias ambientales, física, química, economía, gestión, legislación, marketing, periodismo…

Si te gusta el mar y la fotografía, seguro que hay un puesto en el que te necesitan.

¿Te apasiona el mundo empresarial pero también el océano? También habrá un hueco para ti.

No solo los científicos trabajamos en la conservación del océano.

¿Tienes algún pensamiento o mensaje final que te gustaría compartir?

Aunque muchas personas no lo crean, sus acciones diarias, incluso viviendo lejos de la costa, tienen un impacto en el mar. No es suficiente preocuparse solo por el plástico o la crema solar cuando vamos a la playa en verano. Decisiones como elegir si consumir o no pescado, y qué tipo de pescado compramos a lo largo del año, pueden tener un impacto mucho mayor en la salud de los océanos.

Ha sido un verdadero placer conversar con Sara y descubrir su pasión por el océano y la ciencia. Su camino nos muestra que, con curiosidad y dedicación, podemos llegar a comprender y proteger mejor el mundo que nos rodea. Esperamos que su historia os haya resultado tan inspiradora como a nosotras y que os anime a valorar y cuidar un poco más nuestros mares en el día a día.

Puedes encontrar a Sara en LinkedIn

Si te ha gustado esta historia y deseas conocer más sobre las mujeres que están liderando el cambio en la ciencia marina, te invitamos a explorar otros artículos en nuestro blog. ¡Juntas podemos hacer la diferencia!

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